"Estamos en los sueños como peces en el agua. De vez en cuando salimos de los sueños, rozamos con la mirada a la gente que recorre las orillas, pero enseguida volvemos a sumergirnos agitados"
-Milorad Pavic
Por Karina Luz Belle Bocanegra
Los sueños sólo sueñan con fugarse hacia el Océano Pacífico, a soltar las amarras de un bote que nos ha estado esperando hace cincuenta, sesenta y cinco años; y llegar a abrazar a un amigo ex compañero de prisión, para emprender juntos una aventura conocida: la de vivir.
Algunas aves tienen las alas demasiado brillantes como para privarlas de su libertad. Por eso es preciso rebelarse contra la obstinación, y caer en la cuenta de que la maquinaria del universo continúa en marcha gracias a seres que caen desangrados al amanecer después de enfrentar una paliza por parte de maricones irracionales.
He bebido la locura y la muerte en habitaciones no lejos del sol, aguardando sentada frente a una lámpara azul el despertar de la noche, gimiendo extraños coros de nostalgia por un futuro conocido y celoso. Me he visto en la necesidad de beber mi propia sangre de botellas etiquetadas con nombres extranjeros antisemitas, ajenos al traqueteo del silencio noctívago. Me he lanzado al océano vacío de aguas profundas pero firme como cemento secándose al sol, argumentando al olvido que sólo soy una rosa pulverizadora de ojos, y canto rebelión para no morirme marchita entre los arbustos de la luna cuando se siembra en mi cuerpo transmutado en mujer.
Tengo celos de una mota rosa que se posa a la altura del corazón de cientos de flamencos, porque de todos modos no seré rosa jamás, como tampoco anhelo ser otro color más que el azul violeta.
Tengo miles de formas y envases para manifestarme en el mundo material, pero no soporto los ropajes, por eso me desnudo para no ser vista y todos me creen irreal, una fantasía.
Quiero encontrar al otro lado del espejo donde mi rostro se posa para encarar su reflejo a quien se asoma en los momentos donde no estoy mirando, quizás alguna vez te animes a cruzar el umbral y me pidas que te acompañe a calentar el sol.
–He aquí un sujeto salido del otro lado del espejo –diré con una voz recién descubierta.
En algún planeta pequeñito y brillante, un principito dará palmas de alegría porque alguien halló una flor única e irrepetible. Una flor que halla a otra flor, ambas de una tonalidad azul diferente. Y entonces esa palabra tan inexacta y humana asomará en nuestros corazones de flamenco agitando sus alas en la otra orilla del Océano Pacífico; viajará kilómetros de incredulidad estancada en los bordes de la laringe, atravesará las montañas de las cuerdas vocales, para finalmente diluirse en ondas palpitantes y transmutarse en voz, en una voz arrojada de nuestros labios inconclusos, para redefinir el amor.
Ahora es tarde, ha caído la noche más pesada que nunca sobre las alas de mis orejas y pretendo desenvainar mis sueños para navegar por otros mundos. Puedo vivir en cualquier rincón del universo desgastado, siempre que tenga salida al mar, porque no hay lugar carente de memoria como el Océano Pacífico.
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* Basado en el film "The Shawshank Redemption" (Sueño de Fuga).