A manera de prologo
Somos mayoría mundial pero sólo un puñado dirigen sus naciones. En nuestra voz viaja la de los ancestros para decir al futuro Aquí estamos, aquí somos, aquí amamos. Y nuestra voz fue silenciada por miles de años. Pareciera que somos un invento de la clonación, un resultado fallido por ingobernables. Las más valientes son parte de la historia o una cifra en las estadísticas del feminicidio. Hay que aceptar que la libertad se traduce en vida plena y que ello implica un mundo con muy pocos habitantes.
A veces olvidamos, con tan mala educación que recibimos, que ella
la que está frente a nosotras, la que viaja cansada, la que hala cuatro, cinco niños,
la que vive enfrente, la que ama al hombre que amamos, también es mujer,
ha vivido ocultándose, mintiendo para sobrevivir, fingiendo para resistir,
para mantener unido el fino telar del status. Ella también ha vivido acosada,
sujetada. Limitada cuanto sea posible, sin importar si en ello le va la vida,
sin importar que su cuerpo no sea suyo, que el placer le sea negado,
que la libertad sea utopía.
A veces olvidamos que el amor nace frente al espejo. A veces nos desconocemos y nos convertimos en cosas de colección, en modelos de patrones antiguos, en sellos del capitalismo que nos compra y nos vende como accesorio.
Nuestro olvido nos separa, nos distancia.
Nuestro olvido de ser diferentes a ellos, nuestro olvido de ser, nos confronta: ahí los gritos de las desesperadas que odian a las otras que quieren ser dueñas de su cuerpo. Ahí las voces de ellos determinando lo qué es y para lo qué sirve una mujer. Ahí las muertes de millones de mujeres por abortos mal practicados, señaladas, juzgadas, lapidadas por otras mujeres,
ahí el olvido.
Olvidamos que somos mujeres antes que blancas o negras, mestizas o indígenas, católicas, protestantes o ateas; nuestro olvido es el peor de nuestros defectos.
Nuestro olvido cuesta mucho:
Cómo es que el hombre gira con el mundo y se nos pide permanecer estáticas.
Cómo es que nuestros cuerpos son botín de guerra,
producto de mercado internacional, divisa
entre los nuevos vendedores de esclavos posmodernistas.
¿Cómo es que no puedo decidir sobre mi cuerpo: al pleno antojo de mi libre albedrío? Porqué he de reproducir la especie, porqué he de aceptar que tengo dueño, porqué he de mendigar amor, porqué aceptar que me violenten, porqué conformarme con sexo mediocre, porqué obedecer.
Los dedos hacen su trabajo surfeando sobre las olas de orgasmos incontenibles, hago de mi cuerpo una fuente de energía que lanzo al vacío y libero esta forma de amar incontenible.
Qué somos si no decidimos sobre nuestra vida, nuestra mente, nuestro cuerpo.
Qué somos si obedecemos sin reparo, qué somos si nos vendan los ojos
y nos visten con acero para mantener el canon de la estética al gusto de otro.
Qué somos si no hablamos, si no sentimos, si no pensamos…
¿Qué somos?
LIBRO COMPLETO EN LÍNEA
http://cascadadepalabrascartonera.blogspot.com/2012/02/libertad-en-mi-cuerpo-yo-decido-vol-3.html
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