Indecisa he perdido trámites, he olvidado cosas importantes, he perdido bienes, empleo, casa, familia. Las decisiones siempre son difíciles, las consecuencias son menos graves cuando se asumen desde antes de hacer nada, es decir, cuando pensamos antes de actuar. No sé, será que si estás consciente de los errores es más fácil solucionar algo, o será que estoy envejeciendo.
Recuerdo mi juventud, mi adolescencia llena de errores y riesgos innecesarios. La idea de la muerte propia no pasaba ni por asomo en mi pensamiento, era libre. Hay que aceptar que si quieres ser libre tal vez estés soltero por muchos años; lo mejor de todo es que con el tiempo la soledad se vuelve deliciosa, hedonista.
Vives sin pensar en los riesgos, sin pensar en las consecuencias, te dejas llevar y dejas de lado todo, al fin y al cabo, "el mundo ya estaba podrido y cómo lo podrías cambiar tú, un insignificante mortal; si los políticos no lo hacen es por algo, seguro los matan si defendieran tus intereses". ¿De verdad lo crees?
“Todos roban, unos más, unos menos, el PRI por lo menos dejaba trabajar” escucho sin importar en qué boca, en qué género, en qué edad. Hay una certidumbre de la gente por votar para que el partido que gobernó por 70 años, con todos sus defectos, con toda su responsabilidad del estado económico nacional, con toda su responsabilidad sobre el crecimiento del narcotráfico, vuelva al poder.
Me pregunto qué piensas que solucionará el viejo partido, ellos gobernaban cuando pagamos el FOBAPROA, seguimos haciéndolo; ellos permitieron la firma del TLC con claras desventajas para los productores nacionales y muchas ofertas en pago de aranceles. Ni siquiera podemos producir el maíz que nos llevamos a la boca todos los días, tenemos que importarlo porque las políticas públicas para la producción agrícola no funcionan. La consecuencia es que el campo en crisis se ha rentado para la siembra de marihuana, porque los productores nacionales no pueden competir en costos con la agronomía estadounidense que está apoyada por el gobierno federal, technologizada produce ventas seguras gracias al apoyo económico institucional.
No hay forma de que la clase política pueda tirar la primera piedra para linchar al chivo. No hay forma de evadir la responsabilidad de una clase política interesada en los dividendos antes que en la “nación”: ahí los resultados de un sistema educativo mediocre, incapaz de enseñar a leer, a escribir, a expresar las ideas, los sentimientos, los deseos; ahí los resultados en el manejo del petróleo: PEMEX quiere invertir dinero en una petrolera española y ¿trabaja en números rojos? Alguien explíqueme porque yo no puedo entender este discurso.
El desempleo, los empleos mal pagados, la falta de prestaciones de ley para los nuevos trabajadores, son pequeñas pero importantes batallas perdidas de la clase laboral. Todo lo perdido fue ganado durante décadas de movilización sindical, cuando ello implicaba mejoras al salario y a las condiciones de trabajo. Eso ya no existe.
Hemos cedido como ciudadanos ante la vorágine sin sentido de la avariciosa ambición de la clase política. No hemos protegido a las generaciones nuevas. No hemos exigido mayor presupuesto para educación gratuita de calidad –desde el preescolar hasta el de posgrado-, cultura, arte, investigación científica y social, desarrollo tecnológico.
La consecuencia: deserción estudiantil, generación de la clase técnica, anulación de la investigación científica, social, histórica; se pierde el pasado, se fragmenta el presente, se destruye el futuro.
Engolosinados con el consumismo del libre mercado, hemos permitido la entrada a la competencia desleal del mercado de fayuca, de la comida transgénica, de la ropa maquilada en la frontera norte y etiquetada con marca transnacional y una serie de “necesidades” que hemos "aprendido" en la vida.
Las sociedades con menor corrupción, viven vigilando el recurso de los erarios públicos. Hoy nuestra deuda con USA está al doble de lo que teníamos en el año 2006.
La paz ya no existe. Las batallas entre mafias de las películas de los Hermanos Almada son génesis de nuestros días, la ficción nos ha alcanzado en la esquina del barrio. Ya no pasa en el desierto, ya no pasa en las fronteras, ya no pasa en las noches, ya no pasa sólo en los barrios marginales, ahora pasa en el supermercado, frente a la escuela, en los funerales.
Más de 50 mil personas han muerto en las confrontaciones de la guerra antinarcóticos, incluidos agentes federales estadounidenses, las consecuencias: tráfico de armas, tráfico de droga, lavado de dinero, trata de personas, prostitución infantil, prostitución turística, abuso de menores, violación de seminaristas son algunos de los pecados de nuestra omisión.
Estamos a un paso de convertirnos en maquiladora internacional llena de ghetos, cuna de prostitutas, chulos y chichifos, desierto inmenso, incendio voraz, zombies caníbales.
Por si fuera poco, la reforma política que se debate en el congreso acaba de aprobar las candidaturas independientes: es la puerta para el ingreso de “Ciudadanos independientes” de partidos políticos, ¿así llegaría Berlusconi al poder?, no imagino el día del informe presidencial en voz de Azcarraga, Slim, Salinas. No soy pesimista, estamos en un país en el que se vota por el más guapo, el ganón, el voto útil.
Han cambiado las leyes para que el activismo se vuelva “civilizado”, ya sólo nos falta que nos construyan el marchodromo y que en efecto las demostraciones civiles de inconformidad se hagan ahí. Puedo imaginarlo ¿sabes?, un espacio gigante con un circuito sobre el que se podrá marchar con pancartas, con furia, con saña y enviar el mensaje del descontento vía cámaras instaladas en circuito dentro de nuestra libertad de expresión para ser presentada en los noticiarios por apenas 20 segundos.
Seguir así es como saltar al filo del barranco. Imagina la situación en 20 años, en 30 años, en 40 años. Hay más de 7 millones de jóvenes que no estudian y no trabajan, la mayoría son mujeres, el embarazo antes de los 20 años es mayor. Hay 10 millones de indígenas marginados y en desventaja absoluta. Hay 10 millones de pensionados y el sistema se cae, que pasará cuando seamos 30 millones.
El empleo se ha vuelto un camino de dos vías, el juego del policía o el narco; albañil o trabajador de mantenimiento; universitarios sin empleo, científicos sin presupuesto, filósofos e historiadores sin empleo. Como si el conocimiento no fuera importante, como si todo en la vida fuera apretar botones.
Más de uno dirá ¿y la propuesta? No la conozco. Por más que pienso en el camino pacífico lo veo improbable y temo la destrucción de la esperanza.
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